
Las animitas pueblan las carreteras de Chile y de una u otra manera pertenecen al imaginario local de los que habitamos este país. Juan Forch no solo se percata de este hecho sino que se transforma en un testigo sensible tanto en su forma de percibirlas como en su forma de mostrarlas. Animitas, Templos de Chile se transforma en un documento fotográfico interpretado, que no solo descubre cómo el autor ve la muerte, sino que retrata uno de los iconos que caracterizan la necesidad del rito mortuorio, herencia de esa extraña mezcla entre fervor monoteísta y misticismo politeísta.
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